
Sala de espera de Urgencias de La Fe llena.
Germán Caballero.
A “esos y esas médicos y médicas”:
Tengo una pregunta para vosotr@s, ¿os consideráis buen@s profesionales? Si perteneces a este grupo de personas, posiblemente estés convencidísim@ de que lo eres, ¿¿QUIÉN SE ATREVERÍA A DUDARLO?? Has aprobado una carrera de medicina con una nota de corte de 19/14, y no solo eso, si no que estás ejerciendo de algo que se supone que te gusta, porque ya te digo yo que a podología no se mete todo el mundo xd.
Según las pautas que nos dan en la vida, si cumples con esas dos condiciones, ya eres considerad@ un ser intocable, claro, dentro de tu despacho. El mismo en el que te tomas 39 cafés mientras en tu sala de espera hay 40 individuos con 40 patologías pendientes de diagnóstico. Sí, has leído bien, “individuos”, porque poco te importa que se pasen las horas muertas en una silla de plástico con un hueso roto, con problemas para respirar o con las pulsaciones bajas;
“Es que el café de las 10:00 se enfría, espere un momentito, enseguida le atendemos.”
Tras una brevísima espera, sale de su consulta un señor, o una señora, y con toda la vergüenza del mundo, te nombra.
A ver, tanto tú como yo hemos sentido esa felicidad absoluta al escuchar nuestro nombre, es como si el mundo se hubiese paralizado por unos segundos, te sientes más importante que Mario Casas, e intocable como Beyoncé, y es que joder, eres superior al resto de caras de amargura de esa sala. Te pones en pie mientras piensas “ESTE ES MI MOMENTO, APÁRTENSE”, aceleras el paso, no vaya a ser que se te cuelen, o que al profesional le de por calentarse el café de las 16:00.
Mientras te aproximas a la puerta notas como el resto de individuos allí presentes te miran con indignación, casi como si fueses una detenida en pleno centro de Madrid, o quizá con envidia, y lo peor de todo es que entiendes ese gesto, esa mirada, ese suspiro, porque tú has estado 6 horas esperando, pero esa mujer, ese señor, esa niña, tendrán que esperar otras seis más. ¿Será la sala de espera del hospital la que enseñe al ser humano a empatizar, o será la falta de empatía de es@s profesionales la que hará al resto de individuos seres empáticos?
Ahora viene la parte más divertida de todas, la ansiada consulta:
– Buenas madrugadas, ¿cómo te atreves a interrumpir mi partida al Candy Crush a estas horas?
– Hola, disculpe las molestias, es que llevo 9 meses sin poder mover el brazo.
(Pausa incómoda de 10 minutos).
– Dime los síntomas que tienes.
– (lista de síntomas) y eso sería todo.
– Ahh, sí… perdona, ¿cómo te llamabas?
– Eustaquia Romero, ¿le parece común?
– Comunes me parecen sus síntomas, tómese 5 ibuprofenos al día durante los próximos 25 años y todos sus problemas desaparecerán. Ahora váyase, que tengo cosas que hacer. Ah, y cierra la puerta al salir, no vaya a ser que aparezca un moribundo.
Tras esta intrépida conversación, regresas a tu casa, donde tu familia decide preguntarte que cómo te ha ido en el médico, y no nos mintamos, en ese momento tu cara cambia de forma radical, y tu primer impulso es decir alguna palabra un tanto despectiva, cosa que tu familia llega a comprender al instante. Prefieres no dar demasiadas explicaciones sobre tu experiencia, por lo que terminas informando del tratamiento que te han mandado y continuas con tus quehaceres.
No creas que aquí acaba todo, pues mientras ordenas tu casa, o preparas la comida, no dejas de pensar en el trato que has recibido en la consulta, y de pronto, como si de un puñetazo místico se tratase, una oleada de rabia atraviesa las fronteras de tu corteza cerebral. Mejor que nadie se acerque a ti en ese momento.
Retrocedamos un poco, resulta que se te ha juntado un dolor insoportable en el brazo, con la espera de 34 meses para una revisión médica, con el mal trato recibido por parte del especialista y con el poco efecto que te hace el puto ibuprofeno. ¿Te suena? A mí también. Porque es vergonzoso el trato que much@s pacientes recibimos en las consultas médicas, porque esperamos 4 años para una consulta de 2 minutos en la que no sacamos nada en claro, porque nos acusan con la mirada de inventarnos dolores inexplicables para los simples mortales.
Claro que está en cada uno incluirse en el grupo de “es@s profesionales”, bienvenidos al maravilloso mundo de la introspección, queridos y queridas intocables.
Toda la razón Tati, te ha quedado muy bien la queja, espero q tod@@@s l@s medic@s lean esto y cambien sus Candy Crash y sus cafecitos por hacer y escuchar más a la gente.